Estimados alumnos y compañeros. Soy una persona en silla de ruedas que trabaja en una escuela con vosotros. Seguramente me habréis visto en alguna ocasión.
  
  Me pongo en contacto con vosotros para solicitar vuestra ayuda. Desde hace tres años llevo colaborando con vosotros como profesional, y anteriormente como alumna, y he de deciros que me siento orgullosa de pertenecer a una institución como la escuela donde trabajo. Sin embargo, hay situaciones como la que vengo padeciendo con asiduidad que me hacen replantearme la utilidad de nuestra labor en este centro. Trataré de ser breve, pues se que tenéis mucho trabajo y no podéis perder el tiempo con mítines.
  
  Concretamente ayer tarde, cuando me disponía a acceder a mi coche para marcharme a casa, me encontré con que un coche ocupaba la rampa de acceso al edificio B, en el aparcamiento. Avisé a una compañera que muy amablemente, abandonando su puesto de trabajo, bajó a ayudarme a bajar el escalón de la cera. No obstante, no me dio tiempo a comprobar lo que me temía, y que más tarde corroboré con asombro, y es que un coche había aparcado en el lado izquierdo, tan pegado que no podía acceder al interior del vehículo. Tuve que pasar 20 minutos intentando entrar por la puerta del copiloto, con el consiguiente esfuerzo físico que requiere para una persona que tiene mermadas sus capacidades físicas. Con mucho esfuerzo, como os digo conseguí ponerme en asiento del conductor, pero ahora quedaba lo más difícil, que era guardar la silla de ruedas, y cuando esto estuviese hecho, cerrar la puerta del copiloto. Os confieso que hubo un momento en que me desesperé, ya no sabía que hacer, tenía frío, cansancio, y lo único que quería era llegar a mi casa.
  
  Os preguntareis porqué las personas con discapacidad física necesitamos una plaza de aparcamiento más grande. Os respondo. No es porque yo tenga un coche muy grande, (tengo un Opel Corsa azul debidamente señalizado con la placa distintiva de minusválido en la luna trasera), simplemente es porque se necesita el espacio adecuado para voltear la silla, y poder quitar todos los accesorios con el fin de poder guardarla en el coche.
  
  Nunca he sido una persona reivindicativa, ni me creo con el derecho de exigir a nadie nada, ni por supuesto pretendo con esta carta molestar a nadie. Es más ni tan siquiera pretendo que os solidaricéis con mi causa, pues entiendo que es muy difícil ponerse en mi lugar, pues vosotros contáis con dos piernas, que os sacan de apuros en momentos así. Tan sólo solicito respetuosamente que cumpláis dos normas básicas, y no porque yo lo merezca, ni porque vaya a tomar medidas. Esto no es una amenaza, simplemente es la consecuencia de la situación desesperada en la que me encuentro al tropezarme casi todos los días con circunstancias que me impiden el acceso a mi puesto de trabajo.
  
  Sólo os pido dos cosas:
  
  1. Si es posible, no ocupéis las plazas destinadas al aparcamiento de minusválidos. Me hago cargo de que esta petición es muy difícil en un momento en que las plazas de aparcamiento escasean por las obras que en este momento se están llevando a cabo en la universidad, pero os pido que hagáis lo posible por buscar otro emplazamiento llegando antes a vuestro puesto de trabajo. Yo es lo que hago. Llego con 30 minutos de antelación como mínimo, para solventar cualquier incidencia de este tipo que pueda surgirme.
  
  2. No aparquéis en la zona de la rampa de acceso al edificio B desde el aparcamiento. No sé si la habréis visto. Está situada en la parte derecha de la acera, junto a la zona ajardinada.
  
  
  3. Procurad que vuestro coche quede a 1 metro de distancia de la parte izquierda de un coche (ya sea el mío o no) que posea el distintivo para minusválidos.
  
  4. En caso de que no podáis aparcar en otro sitio que no sea estás tres zonas que os acabo de indicar, os pido que estéis pendientes para que en cuanto os sea posible subsanéis el error, y no dejéis el coche mal aparcado durante toda la jornada.
  
  Me pregunto, siendo educadores algunos de nosotros en ejercicio, y otros que lo serán en el futuro, ¿cómo podemos tener actitudes tan incívicas, perteneciendo a un centro que promueve los derechos de las personas con discapacidad?, de lo cual estoy muy orgullosa.
  
  Confío en que a partir de ahora vuestra actitud será distinta para con mi situación, y os agradezco de antemano cualquier esfuerzo por colaborar en el desarrollo normalizado de mi día a día. Por supuesto estoy a vuestra disposición para explicaros lo que dudéis o no sepáis sobre las necesidades de una persona en silla de ruedas.
  
  Muchas gracias por vuestro tiempo. Un saludo