Somos una pareja de jubilados de 75 años que hemos sido estafados y engañados por el Banco Guipuzcoano. En el año 2007, aconsejados por el director de la sucursal de la Calle Prim en Barcelona, invertimos nuestros ahorros de toda una vida (48.000 euros) en un producto que, según esta persona, daba una alta rentabilidad y no tenía ningún riesgo a la hora de recuperar nuestro dinero. Firmamos un documento basado en sus explicaciones verbales y confiando en la honestidad de este señor. La sorpresa llegó hace 18 meses, cuando quisimos recuperar nuestro dinero; fue entonces cuando nos enteramos que estaba invertido EN PARTICIPACIONES PREFERENTES DE COMPAÑÍAS ELÉCTRICAS. No podríamos recuperar nuestro dinero hasta que hubiera un comprador para las mismas. Además, nos han informado de que, cuando venza la emisión en el año 2013, es muy posible que no podamos recuperar nuestros ahorros porque son de 'carácter perpértuo'. Estamos hartos ya de enviar cartas a Atención al Cliente en la Central de San Sebastián, pero no hacen ni caso, todo son respuestas evasivas. No quieren darse cuenta de que, con 75 años y nuestra excasa cultura financiera, han abusado de nuestra confianza y nos han engañado. El mismo director de la sucursal reconoce que se equivocó al colocarnos ese producto. Ya no somos dos jóvenes con toda la vida por delante, sino todo lo contrario. Ese dinero iba a servir para tener una calidad de vida mejor en nuestra vejez, pues sólo cobramos 1.000 euros de pensión. ¿Por qué una gran Entidad como es el Banco Guipuzcoano no asume una mala gestión de uno de sus directivos?. ¿Nos pueden ayudar ustedes?. Estamos dispuestos a hacer una sentada con pancartas delante de la Oficina principal de Barcelona, además de hacer eco de nuestra queja a los medios de comunicación (TV, prensa, etc.). ¿Tendríamos algún problema legal con estas actuaciones?. Las palabras con la Entidad no están sirviendo de nada. Asumimos nuestro gran error al no solicitar información por escrito de la operación, pero somos de la vieja escuela y hemos confiado siempre en la palabra de las personas y, en este caso, de todo un profesional como debe ser el director de una sucursal bancaria.